jueves, 12 de noviembre de 2009

Capitulo 2. Nacimiento de una rosa negra.

Angela contemplaba su cuerpo, desde la distancia y empezó a llorar. En ese momento, comenzó a preguntarse porque estaba allí, observando su crimen.


Estaba sentada en el bordillo de la ventana, velando su cuerpo, esperando a que sus padres llegaran a casa y se dieran cuenta del brutal suicidio, pero no, no llegaban.
Horas después había tenido tiempo de estudiar cada detalle de su aspecto.
Al principio pensó que era un fantasma- 12 años de catolicismo obligado y 3 de ateísmo para que al fin y al cabo, después de la muerte, haya algo, hay que joderse-. Pero, no parecía ser uno de esos fantasmas de las películas, no era transparente e iba vestida de negro, no con una capa blanca, también tenía algo muy poco característico de los fantasmas, alas, unas grandes alas negras salían de su espalda y le permitían volar, aunque en ese momento no le apetecía alejarse de su cuerpo sin vida.


Todo pasó muy rápido, sus padres llegaron, vino la ambulancia, todos lloraban, el teléfono no paraba de sonar y la policía analizaba su cuarto. Nadie parecía verla y si lo hacían, la ignoraban muy bien.
Hubo un momento, en el que Angela empezó a desvanecerse, su piel, cada vez se volvía más translucida. En ese momento tuvo miedo, miedo de no saber que es lo que le esperaba... por primera vez desde hacía mucho tiempo, había creído que algo mas allá de la ciencia y de lo conocido podía existir, algo divino.
Angela casi no podía verse a si misma- ¿Me moriré?- pensó- ¿Cómo voy a morir? ¡Ya estoy muerta!

(...)


Adrian estaba tumbado en la cama, con la música a todo volumen y mirando al techo. Estaba harto de todo lo que le pasaba, nunca tenía suerte ¿lo ultimo? con Laura, ella estaba harta de él y él solo quería estar a su lado. Entonces un destello apareció en la ventana, un destello de luces. Adrian se cubrió la cara con el brazo, temeroso de lo que le podía pasar. Poco a poco una forma femenina fue apareciendo sentada en el alfeizar de la ventana. 
Parecía una chica de su edad, unos 15, quizás 16 años. Un rostro fino y delicado, muy pálido, unas mejillas sonrosadas y unos labios color cereza. Su pelo era simplemente precioso, un castaño muy oscuro con mechas color caoba, muy lacio, brillante y se podía oler un aroma indigno de las más bellas rosas. Sus ojos, oscuros y pequeños, tenían un brillo especial, algo que hacía humano a aquel ser alado. Las alas eran increíbles, grandes y negras. Llevaba al cuello una gargantilla con una rosa negra y un cordel con un pequeño cascabel. Su vestido era impresionante, era negro y tenía partes de una tela muy fina y translucida, como la seda o el tul, el vestido terminaba con un pequeño vuelo, los lazos y las partes de telas ligeras parecían moverse con cada suspiro de viento.
Adrian se fijó de nuevo en sus ojos, mas que en sus ojos, en su mirada. Tenía la mirada triste, estaba perdida, desorientada, movía tímidamente la cabeza haciendo sonar su pequeño cascabel. Era como un ángel, ahí sentada en el alfeizar de la ventana, una visión de sueño.


Había muchas preguntas sin responder, pero le daba miedo decirle algo, a pesar de la delicadeza y la fragilidad que parecía tener, se la veía fuerte, Adrian pensó que en cualquier momento le podría arrancar la cabeza.


Pasaron un rato mirándose el uno al otro, observándose lentamente.

4 comentarios:

  1. extensa la descripcion de la chica no??? bueno no sta mal, may, la practica ace la perfeccion y tu ya haces tus buenos pinitos de escritora. ala, sigue asi

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  2. por ahora vas muy bien!!
    mucho mejor que la historia sin titulo
    si si si!!

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